domingo, 14 de agosto de 2011

NeuroAntropologia y comportamiento juvenil en Londres

Para una mejor comprensión y seguimiento de los acontecimientos de violencia desatada y consumismo clasista acaecidos en Londres durante esta pasada semana, El Periódico de Catalunya, publica dos artículos interesantes en su edición de hoy, en un intento de arrojar algo de luz en las infinitas dudas que están resquebrajando los pilares de la sociedad occidental y su modelo de integración multiculturalista. Así pues, con su artículo "Los británicos buscan las razones de los disturbios", la articulista Monserrat Radigales trata de alumbrar respuestas posibles a tanta sinrazón y violéncia desatada. Por su parte, Javier Elzo busca establecer puentes y posibles paralelismos entre la revolucion estructural de los jóvenes ingleses y la de los jóvenes de distintas partes del mundo.
Espero que disfruten de los artículos.


Los británicos buscan las razones de los disturbios(Monserrat Radigales)
La jueza Elizabeth Roscoe no se lo podía creer. Acababa de comparecer ante ella, en el Tribunal de Magistrados de Westminster, una niña de 14 años que había saqueado ropa, productos cosméticos y CDs de una tienda. A causa de su edad, la iba a dejar en libertad condicional, aunque bajo control electrónico e imponiéndole un toque de queda. «¿Donde están sus padres?», preguntó la jueza. Allí no estaban. No se habían molestado en acompañarla. La niña estaba sola en el juzgado.
La abogada defensora, Jenny Winter, explicó que los padres estaban trabajando pero que una hermana, también adolescente, estaba en casa. «Que llamen a los padres. Esta niña no sale de aquí hasta que uno de los dos venga a buscarla», replicó furiosa la magistrada. «Está muy bien que trabajen, pero su hija está en el banquillo de los acusados», añadió. Al final se pudo localizar a la madre que fue a buscarla. La menor llevaba tres semanas fuera de su casa, en el barrio londinense de Tottenham, y fue detenida cuando regresó con los artículos robados.
El incidente en el juzgado, ocurrido el viernes, ilustra uno de los argumentos más utilizados en el intento de explicar lo que parece inexplicable: la vorágine de violencia y robo a la que, durante cuatro noches, se entregaron miles de jóvenes y adolescentes en varias ciudades de Inglaterra. Según este razonamiento, muchos padres y madres han abdicado de su función parental y educativa. O pahttp://www.blogger.com/img/blank.gifsan de sus hijos o son incapaces de controlarlos o, incluso, no se atreven a enfrentarse a ellos.


FALTA DE RESPETO
Esta argumentación enlaza con otra igualmente extendida: la pérdida del respeto a la autoridad de los padres, de los maestros, de los poderes públicos. Y la falta de respeto por el prójimo. «Se ha acabado la época en que la gente decía ‘por favor’ y ‘gracias’”, se lamentaba un hombre de unos 50 años en la televisión. «Los niños llaman a sus maestros por el nombre de pila», se quejaba una mujer.


Sería absurdo generalizar. Los que participaron en los actos vandálicos son una minoría y, frente a ellos, se han producido innumerables muestras de civismo y solidaridad ciudadana, de las que han sido copartícipes mayores y jóvenes. Pero lo ocurrido es un síntoma de que algo anda muy mal. «Una parte de la sociedad está enferma», afirmó el primer ministro, David Cameron.
La dejadez parental es uno de los pocos argumentos en el que coinciden la derecha y parte de la izquierda. Y no falta quien culpa a los poderes públicos y la presión social. El sistema de protección de menores en Gran Bretaña es muy fuerte y algunos padres no se atreven a imponer una disciplina. El diario progresista The Guardian citaba el jueves a una mujer, llamada Chris que dijo sentirse presionada para no disciplinar a sus hijos. «La responsabilidad ha sido arrebatada a los padres. La gente aquí llama a los servicios sociales si te oyen levantando la voz a tu hijo (...) Está muy bien tratar de ser liberal, pero a los padres y las madres hay que devolverles el derecho a ser padre y madre», señaló Chris.


Clasford Stirling, un trabajador social que lleva años ocupándose de los problemas juveniles se muestra de acuerdo. «Los padres tienen miedo de castigar a los niños», afirmó.
Este país, de 61 millones de habitantes y uno de los más diversos del planeta desde el punto de vista étnico y cultural, está conmocionado y profundamente perplejo; no acaba de entender cómo ha podido ocurrir algo así. Políticos, sociólogos y todo tipo de expertos aventuran las más diversas teorías y se aprecia la división ideológica. Lo que es seguro es que no hay una única causa.
Para Cameron, se trata de «delincuencia, pura y simple». La número dos del Partido Laborista, Harriet Harman, afirmó que la única razón son los recortes que ha impuesto el Gobierno y que han dejado a los jóvenes sin perspectivas de futuro. Pero el líder laborista, Ed Miliband, se distanció en parte de este discurso y afirmó: «Todos nosotros somos responsables por la falta de responsabilidad en la sociedad».


El cierre de centros juveniles, la subida de las tasas universitarias, el paro, la exclusión social, las tácticas policiales de registros aleatorios en la calle, que a menudo se ceban en las minorías étnicas, todo parece haberse conjurado para crear resentimiento. La tasa de desempleo es del 7,7%, pero entre los jóvenes de hasta 24 años se eleva al 20%. Las estadísticas muestran casi un millón de ninis (ni estudian ni trabajan) en la franja de edad de los 16 a los 24 años. La crisis económica ha hecho mella. El consumismo y la frustración –no puedo comprar eso, lo robo– también. Pero, siendo cierto, nada de eso explica totalmente lo sucedido.
Porque ¿como se entiende que no hubiera disturbios en Gales, donde el paro juvenil (22,5%) es el más alto del país, y que sí los hubiera en Saint John’s Woods, uno de los distritos más acomodados de Londres, o en Enfield? ¿O que entre los detenidos haya un profesor, un estudiante de Derecho, la hija de un millonario a la que pillaron con varios televisores en el maletero del coche, o incluso una embajadora olímpica?
Algunos psicólogos han comparado el fenómeno con el de los hooligans en el fútbol. «En grupo, la gente se siente poderosa y hace cosas que nunca haría como individuo», afirma el criminólogo John Pitts.


Los jueces se muestran implacables pese a que se les acusa de blandos
«De nuevo en la calle», titulaba el viernes en portada el diario The Daily Telegraph. La prensa conservadora afirma que los jueces están siendo condescendientes con los procesados por los disturbios, a los que, señala, dejan en libertad.


Con las cifras en la mano, este argumento no se sostiene. Un estudio realizado por The Guardian muestra que en muy pocos casos se concede la libertad condicional y que los llamados tribunales de magistrados, que solo pueden imponer penas de hasta seis meses de cárcel o 5.000 libras de multa, pasan a menudo el caso a tribunales superiores por considerar que este castigo sería insuficiente.
En todo el año pasado estos tribunales de base solo decretaron prisión condicional en un 3,5% de los casos. La proporción esta semana es del 60%. Según la BBC, dos tercios de los acusados van a la cárcel tras la primera compareciencia cuando el índice habitual es del 10%.



JÓVENES EN LLAMAS(Javier Elzo)
Las violencias sacuden al Reino Unido desde el jueves de la semana pasada. Ese día, Mark Duggan, un hombre de 29 años y padre de cuatro hijos murió a consecuencia de los disparos de la policía en Tottenham, un barrio pobre del Norte de Londres, en circunstancias todavía no completamente aclaradas. Después, con una violencia inusitada, y sin que quepa hablar estrictamente de una relación causa-efecto, los desórdenes se extienden por gran parte de Londres, incluidas determinadas zonas muy turísticas como Oxford Circus y Notting Hill, así como en otras ciudades del Reino Unido.
Los jóvenes, así como los menores de 18 años son, en gran medida, los protagonistas. Todos hemos podido ver en televisión imágenes sobrecogedoras. David Cameron incrementó la presencia de policías y convocó una sesión de urgencia en el Parlamento para el jueves pasado. Hay cinco muertos, cuando escribo estas líneas, en relación a estos sucesos. 


Pero los desórdenes y violencias que estamos viendo esta semana en el Reino Unido, no son unos hechos aislados. Limitándonos a Europa y el Próximo Oriente y, comenzando con las revueltas francesas de otoño del año pasado, hemos sido testigos de disturbios en Túnez y Egipto, sin olvidar a Yemen y Jordania, la guerra abierta en Libia, las reiteradas matanzas en Siria, el 15-M en España y las manifestaciones de los tres últimos sábados en Israel, por citar solo las más calado. Todos con protagonistas jóvenes, aunque no con los mismos niveles violentos.
¿Qué está pasando con nuestros jóvenes?
Dentro de la innegable singularidad de cada acontecimiento, pues manifiestamente no es lo mismo el 15-M que lo que estamos viendo estos días en Inglaterra y lo que sucedió en lo que algunos denominan la primavera árabe, ¿cabe hablar de algunos factores comunes, explicativos, si no justificativos, de tantas revueltas juveniles en tan poco tiempo y en tantos lugares distintos? Pensamos que sí, y avanzaremos al final de este texto algunos elementos explicativos, no necesariamente justificativos. Pero veamos primero, de forma somera, los hechos de forma cronológica.

Los indignados de Hessel
¿Cómo explicar que centenares de miles de escolares adolescentes salieran a la calle con motivo de las prolongadas protestas sociales que estaba viviendo Francia, en octubre del año pasado, a consecuencia del empeño de su Gobierno de aumentar la edad legal de jubilación de los 60 a los 62 años? ¿Estaban pensando ya los chavales (y las chavalas, muy presentes) en su muy lejano retiro? ¿Estaríamos ante un conflicto de generaciones, bajo la hipótesis, sostenida por no pocos, de que la prolongación de la edad de jubilación conlleva un retraso en la entrada en el mercado de trabajo de los jóvenes o, en todo caso, una penalización en su ascenso laboral? Hipótesis, por cierto, que no tiene refrendo en los datos. En fin, ¿cómo explicar que la violencia de los escolares haya superado todas las habidas en mayo del 68, aunque sin llegar afortunadamente a las de la banlieue del 2005?
Un librillo escrito por Stéphane Hessel y publicado en diciembre pasado se ha venido como rosquillas y se ha traducido a multitud de idiomas, entre otros los cuatro oficiales de España. Hessel escribe sobre su paso por la Resistencia Francesa, la situación en Gaza, el deterioro de los derechos humanos en Francia y lo que denomina la «actual dictadura internacional de los mercados financieros que amenazan la paz y la democracia». Frases que esta misma semana tienen una actualidad más que inquietante.
Pero Hessel hace un llamamiento, especialmente a los jóvenes, para «indignarse y comprometerse» ante tantas injusticias: el trato a los emigrantes, a los indocumentados, a los gitanos, los riesgos para el futuro de la Seguridad Social, el aumento en las diferencias entre ricos y pobres, el control de los medios de comunicación por las grandes fortunas…
No es de extrañar que el término de Indignados, cuya actualidad de él proviene, haya pasado de adjetivo a sustantivo. Desgraciadamente también me resulta comprensible que no haya sucedido lo mismo con el término comprometidos que, sin embargo –acabamos de verlo– le acompaña, si no en el título, sí en el cuerpo del texto. Es más fácil indignarse que comprometerse.

La primavera árabe
Es un término que ha hecho fortuna, mas allá del de revuelta árabe, aunque no son necesariamente contrapuestos. La primavera siempre es preludio de algo que va a nacer, como consecuencia de una revuelta, en este caso. Es al menos la tesis de Tahar Ben Jelloun en un libro publicado este año (Alianza Editorial, en castellano) titulado, precisamente, La primavera árabe, donde detalla, país a país, lo sucedido desde el estallido de Túnez en diciembre. Seguimos, en parte al menos, su relato, pues no lo compartimos en su totalidad.



Según la prensa tunecina de enero pasado, casi uno de cada dos licenciados estaba en paro, más de 1,3 millones de escolares abandonaron los estudios entre el 2004 y el 2009, y el 70% de los jóvenes quieren emigrar. Entre tanto, la familia de Ben Ali, el derrocado dictador tunecino, amasaba poder y dinero a espuertas. Hizo falta una chispa para que todo saltara por los aires. Y esa chispa fue el suicidio a lo bonzo de un joven a quien la policía no le dejaba ganarse la vida con un chiringuito de verduras. Murió como consecuencia de las quemaduras y los jóvenes tomaron la calle y derrocaron el régimen. De ahí, cual efecto dominó, la revuelta árabe salta a Egipto, a Yemen, a Libia, a Jordania… a Israel.
Nos limitamos a Egipto, donde centenares de miles de personas se manifiestan ininterrumpidamente en la ya histórica plaza Tahrir. Los muertos en las tres semanas de revueltas son unos 300, según observadores independientes. Señala Tahar Ben Jelloun que «muchos perdieron sus vidas al inicio de las revueltas, cuando la policía disparaba con balas reales. Luego fueron los militantes del partido de Mubarak quienes atacaron a los manifestantes pacíficos y mataron a muchos». Refiere que, según The Guardian, la fortuna de Mubarak se calcula en 70.000 millones de dólares en unos fondos colocados en bancos suizos y británicos y en bienes inmobiliarios en Londres, Nueva York y Los Ángeles. La fortuna de sus hijos ascendería a 8.000 y 17.000 millones de dólares.

El 15-M en España
El caldo de cultivo del movimiento 15-M es la situación de cabreo generalizado ante la crisis, con un paro galopante, por un lado, y la sensación de un funcionamiento democrático que se percibe como no representativo de las demandas de la sociedad. De la juvenil en primer lugar (con altos porcentajes de paro), de la gente inquieta y con poco trabajo (por jubilación o paro) en segundo lugar. Aunque no hay que olvidar a los que, se haga lo que se haga, nunca se sentirán representados porque tampoco quieren aceptar los compromisos que conlleva la representación. Conviene no olvidar que, a tenor del Informe Jóvenes Españoles 2010, solo el 0,1% de los jóvenes españoles señalaban estar asociados en movimientos antiglobalización.
Precisamente, la mayor virtud del movimiento 15-M es lo que supone de aldabonazo a una sociedad dormida, resignada, individualista, placentera y que pide a la Administración –ya antes de la crisis– además de seguridad, que le proteja del paro y de la enfermedad, y le asegure buenas pensiones y mejores salarios.
Mirando al futuro, el movimiento del 15-M (a mi juicio, bienvenido sin lugar a dudas) debe superar dos escollos. El primero, impedir –lo que en gran medida han conseguido– que los antisistema violentos copen la movilización. El segundo, fomentar la reflexión ciudadana en torno a muchas de las buenas cuestiones que han salido en las marchas y en las acampadas, cuestión esta mucho más ardua.
Un estudio propiciado por la Universidad de Zaragoza sobre el movimiento 15-M analizó los 587.000 mensajes en Twitter procedentes de 87.000 usuarios entre el 25 abril y el 26 de mayo. Constata que el 52% de los mensajes fue generado por el 10% de nodos o usuarios, pero el último día de la investigación ese 52% de mensajes lo generaba solo un 1% de nodos o usuarios. En medio se constatan algunos picos como los se generaron tras la intervención de la policía en la plaza de Catalunya. Que muchos movimientos tienen su chispa de origen, o de rebote, en una actuación policial es cosa bien sabida, tanto por los policías como por los alborotadores y, no lo olvidemos, por los profesionales de la guerrilla urbana. Que haberlos,
haylos, como estamos viendo ahora en el Reino Unido.
Vale la pena reseñar, por último, cuáles fueron los perfiles de usuarios que destacan además de los acampados: políticos (en particular el lendakari, Patxi López) movimientos sociales, medios de comunicación, periodistas, cine y TV y blogueros. Si se observa, estamos en un universo bastante autorreferencial.
Estos últimos días, una parte de los indignados del 15-M, con el apoyo de movimientos laicistas radicales, están organizando actos coincidiendo con la próxima visita del Papa a las Jornadas Mundiales de la Juventud en Madrid. Nadie, que no sea de extrema derecha, discute el derecho a expresarse libremente y a manifestarlo públicamente. Pero hacerlo precisamente el mismo día y en los aledaños de lugar donde viene el líder religioso más importante del mundo es cualquier cosa menos una coincidencia. No es así como el imprescindible estado laico se afianzará entre nosotros. Desgraciadamente vivimos en la polarización y descalificación continuada. Así nos va.

Israel y su primavera
Comienza el editorial de Le Monde del 8 de agosto pasado con estas palabras: «Ironía de la historia: el eslogan faro del movimiento social que sacude Israel se inspira en el de las revueltas árabes. En El Cairo, los manifestantes gritaban: ‘El pueblo quiere la caída del régimen’, mientras que en Tel Aviv claman: ‘El pueblo quiere justicia social’».


Todo comenzó hace cuatro semanas cuando dos jóvenes plantaron la primera tienda de campaña en una importante avenida de Tel Aviv en protesta por el elevado precio de la vivienda. Desde entonces, ha habido varias concentraciones con más de 300.000 manifestantes. Es el comienzo de la primavera israelí, escriben algunos. Se han tocado dos puntos neurálgicos: el Ejército y el sabbat. Se pide menos dinero para el Ejército pues, por el coste de un avión de guerra, 60.000 estudiantes universitarios tendrían sus estudios gratis durante un año y, por el de un tanque, se pagaría la escolarización de 10.000 alumnos de secundaria. El sabbat, pues las concentraciones tienen lugar precisamente el día religioso para los judíos: el sábado.


Cuatro ideas mayores
Una: la importancia de las nuevas tecnologías. Para bien y para mal. No hay duda de que gracias a internet y las redes sociales la primavera árabe ha sido posible. Tahar Ben Jelloun, al final de su libro antes citado, lo dice con estas palabras: «Los jóvenes han visto que tienen la posibilidad de vivir mejor, de acabar con las dictaduras, de recuperar algo de dignidad? ¿Cómo? ¿Con qué instrumentos? Mediante el simple hecho de comunicarse, de intercambiar ideas, proyectos. El mundo es inmenso pero ahora está al alcance de la mano, de un simple clic».
Pero también sabemos, y los últimos sucesos del Reino Unido lo confirman con creces, que las nuevas tecnologías pueden servir a fines bien distintos. Valga como contrapeso a la cita deTahar Ben Jelloun esta otra de Marine Le Pen en junio pasado: «Los blogs, los foros, son espacios de intercambio, las ágoras de los tiempos modernos. Yo quiero preservar la red de las tentativas de control por parte de los enemigos del debate. (…) Hay que restaurar, preservar y santuarizar la libertad en internet».
Dos: el auge de la extrema derecha en el mundo. Además de su incremento presencial en lugares de gran tradición liberal como Holanda y algunos países nórdicos, sin olvidar el neoconservadurismo político religioso en EEUU, vale la pena consultar (en Le Monde del 5 de julio pasado) una radiografía detallada de la fuerza y evolución de las diferentes corrientes políticas en la red, en Francia, entre el 2007 y el 2011. Un dato: si en el 2007 la presencia de la extrema derecha se cifraba en el 4,9% de los nodos, subía en el 2011 al 12,5%.
Tres: las videovigilancias pueden ser útiles para detener a personas pero no impiden que se cometan atentados. Londres tiene la mayor red de videovigilancia de Europa. Pero los jóvenes vándalos campan a sus anchas, aunque después los detengan. Aún no nos hemos dado cuenta de que más control no supone más seguridad, sino más anonimato, más repliegue en lo personal, más delegación de responsabilidades en la ley y en las fuerzas del orden. En el Reino Unido, la BlackBerry fue el medio, anónimo, preferido por los insurgentes para comunicarse y organizar la protesta. Con mensajes como este: «¡Vamos a saquear las tiendas, venid a por cosas gratis!». Sí, «cosas gratis».
Cuatro y definitivo. Desde finales de los años 70 algo va mal en nuestra sociedad, como tan acertadamente diagnosticó Tony Judt. Lo que tienen en común las revueltas de Londres, París, Madrid, Tel Aviv, Túnez, El Cairo, etcétera, aun sin olvidar sus particularidades, insisto, es que hay mucha gente joven que está harta, excluida y sin horizonte. Son presa fácil para los violentos antisistema. (Por cierto, ¿dónde están y cómo viven los 900.000 jóvenes españoles, con escasa formación, que se han quedado sin trabajo por la crisis del ladrillo?). Además, las diferencias entre ricos y pobres están aumentando (en el caso del Reino Unido conviviendo en la acera de enfrente), y es insoportable por más tiempo que los anónimos (¿anónimos?) amos del mundo nos gobiernen a golpe de ratón hasta el punto de que, por su codicia, haya gente que se vaya literalmente a la calle incapaz de pagar sus préstamos hipotecarios.
En definitiva, es intolerable que el sistema financiero esté al mando del mundo porque hemos convertido al dinero en nuestro dios, las bolsas, particularmente Wall Street, en sus iglesias, y las agencias de rating, en la nueva inquisición. Si esto sigue así, y todo apunta a que seguirá así, quizás estemos en los estertores de una civilización.

jueves, 11 de agosto de 2011

NeuroAntropologia y revueltas en Londres


El comportamiento de una gran mayoría de los jóvenes londinenses ha genrado una gran alarma en todo el mundo. Las medidas de control social ordinarias se han visto desbordadas por la sucesión de acontecimientos, y las autoridades se han visto en la necesidad de tomar medidas disciplinarias de control social basadas en los fundamentos teóricos del sistema "panopticon", tales como el grupo de usuarios que se han unido en Google para formar un grupo denominado 'Reconocimiento facial en los disturbios de Londres'.
Un total de 19 usuarios se han unido para crear un Google Group que tiene por objetivo usar tecnología de reconocimiento facial en imágenes para identificar a los ciudadanos que presuntamente estén cometiendo delitos y saqueando los comercios durante los disturbios. En el espacio del grupo hay distintos temas sobre qué herramientas usar o cuestiones éticas.
La policía está dando acceso a las imágenes de circuito cerrado de televisión de los revolucionarios y saqueadores. Vamos a utilizar la tecnología existente como el reconocimiento facial y las redes sociales de manera proactiva para ayudar a que el proceso de justicia sea un poco más rápido", explican en la descripción del grupo.
Los miembros que colaboran con 'Reconocimiento facial en los disturbios de Londres' han abierto distintos temas con información sobre aplicaciones para usar este tipo de tecnología, cuestiones éticas de este tipo de prácticas y guías sobre servicios en los que cotejar fotos. Los creadores del grupo permiten a cualquier usuario inscribirse para participar y aportar sus conocimientos en la materia.
Si nos decidimos a pasear por las calles de la City, podemos observa multitudes de grupos de jóvenes con capucha ...; hay tantos, que, el barrio de Tottenham parece un monasterio de ilumitati.


Qué está pasando con los jóvenes ingleses.
La mitad de los procesados en Londres por los disturbios ocurridos desde el sábado son menores de 18 años, según datos divulgados hoy por Scotland Yard.En la capital británica ha habido hasta ahora 922 detenciones y 240 de los detenidos han declarado ya ante el juez y han sido procesados.En Nottingham (centro de Inglaterra) entre los acusados formalmente se encuentra una niña de once años.La menor declaró hoy ante el juez y admitió haber participado en los disturbios en Nottingham, rompiendo los escaparates de una tienda de ropa de vestir.La niña, que aseguró ante el juez haber sido incitada por un grupo de jóvenes, tendrá que cumplir una pena especial, por la que estará bajo la supervisión de los servicios sociales durante nueve meses y quedará libre de cargos si durante ese periodo no comete más delitos.
Su padre ha tratado de justificarla en el juzgado al asegurar que, por su edad, es "fácilmente manipulable", según informó el diario "The Guardian" en su página web.
La edad de responsabilidad criminal en el Reino Unido abarca a menores de edades entre los 10 y los 17 años, que solo podrán ser procesados en tribunales para adultos en caso de que hayan cometido delitos como robo, incendios provocados y violencia.En Nottingham han sido detenidos también tres chicos de catorce años, acusados de desórdenes públicos.Por otro lado, en Birmingham está bajo custodia un chico de quince años que aprovechó los disturbios para robar trece paquetes de chicles y 21 chocolatinas.Otros dos jóvenes de 17 años han sido detenidos en Londres por robar en varias tiendas, entre ellas una de ropa de marca y en joyerías.
En la región de West Midlands, en el centro de Inglaterra, han pasado también por el juzgado otros seis menores.
Un vídeo de un joven que fue atracado en Londres por quienes se acercaban a ayudarle ha dado la vuelta al mundo en internet y se ha convertido en una de las imágenes más dramáticas de la violencia callejera en el Reino Unido.
Mohammed Asyraf Haziq, un estudiante malasio de 20 años, fue intervenido de la rotura de su mandíbula después de sufrir una paliza en la calle durante los disturbios sucedidos en el barrio de Barking (este de Londres) en la noche del lunes, informa hoy la BBC.
Un videoaficionado subió esa filmación a Youtube, donde ha sido vista por cientos de miles de personas y se ha convertido en una de las imágenes de los disturbios más vistas junto a la de una mujer saltando desde un edificio en llamas.
Dzuhair Hanafiah, presidente del London UMNO Club, una organización que presta ayuda a los malasios residentes en Londres, afirmó hoy que Haziq estaba confundido después de haber recibido una paliza y que no tuvo oportunidad de defenderse.
Hanafiah explicó que Haziq fue atacado por un grupo de jóvenes para robarle la bicicleta en la que circulaba, alguno de los cuales "no pasaba de los doce años".
El vídeo de Youtube muestra cómo un grupo de jóvenes se acerca al estudiante cuando está tirado en el suelo, aturdido y ensangrentado, aparentemente para ayudarle a levantarse.
Una vez en pie, los jóvenes abren la mochila que el joven lleva a la espalda y le roban diversos objetos antes de abandonar el lugar y dejar solo a Haziq.
Internet está jugando un papel destacado en los disturbios de los últimos días en distintas ciudades del Reino Unido, con los alborotadores coordinándose a través de las redes sociales y los ciudadanos organizando brigadas de limpieza en Twitter, y ésta no es la única historia sobre lo sucedido conocida a través de la red.
La cobertura de los disturbios de una pequeña televisión local de Birmingham, Sangat TV, que emite por internet, ha causado también sensación entre los usuarios de la red y ha recibido miles de visitas.
En un ejercicio de lo que el diario "The Guardian" ha calificado como "periodismo de guerrilla", los reporteros de Sangat TV filmaron durante las dos últimas noches de disturbios en Birmingham allí donde ningún otro periodista había llegado, y obtuvieron imágenes que después utilizaron grandes cadenas como la BBC, CNN y Sky News.


También la policía británica ha aprovechado la facilidad de comunicación que otorga internet y ha difundido decenas de imágenes de sospechosos de causar altercados captadas por cámaras de videovigilancia para que los usuarios las divulguen e identifiquen a los individuos que aparecen en ellas.
Ayuda para Haziq
Una plataforma de jóvenes se ha creado para borrar este acto de vandalismo y se ha puesto a disposición del joven para paliar, en parte, el daño causado. Se trata del blog, 'Hagamos algo por Haziq', en el que se piden donaciones.
Se discute en la misma plataforma el destino que debe tener ese dinero para ayudar a Mohammed Asyraf Haziq. Entre las ideas que han surgido en las últimas horas se dice que con el apoyo económico se podría conseguir que su familia de Malasia lo pueda visitar en el hospital donde está ingresado tras la paliza. También, se sugiere que con recursos recolectados se puedan adquirir la consola y los demás elementos que le fueron robados durante el acto de pillaje.


El primer ministro británico, David Cameron, prometió hoy ante el Parlamento que hará "todo lo que sea necesario" para restaurar el orden en el Reino Unido y que los culpables de los disturbios "pagarán por ello".
"Necesitamos demostrar al mundo, horrorizado con lo ocurrido, que los responsables de los disturbios no representan al país y a nuestra juventud", y que, a un año de los Juegos Olímpicos de Londres, el Reino Unido "resiste" y "no abandona", dijo.
El "premier" hizo una declaración ante el Parlamento británico, reunido en sesión extraordinaria por la ola de violencia iniciada en Londres el pasado sábado y que en días pasados se extendió a otras ciudades inglesas, con alrededor de 1.500 detenidos.
"Todo el país está impresionado con las terribles escenas de gente saqueando, violencia, vandalismo y robos", indicó David Cameron, que volvió a calificar los disturbios de "delincuencia pura y dura".
Cameron consideró "injustificable" la ola de violencia y aseguró que las autoridades están actuando "de forma decisiva" para restablecer el orden en las calles, lo que ha dado como resultado que ayer la noche fuera de calma.La policía seguirá en las calles con un elevado número de efectivos durante este fin de semana, dijo.
"No permitiremos que una cultura del miedo exista en nuestras calles, haremos todo lo que sea necesario para restaurar la ley y el orden, y para reconstruir nuestras comunidades", apuntó.
David Cameron se refirió también a la cercanía de los Juegos Olímpicos de Londres, que se inaugurarán el 27 de julio de 2012 y en los que la seguridad es el gran reto.
"A un año de los Juegos, necesitamos demostrar que el Reino Unido no destruye, sino crea; que no abandona sino resiste, y que no mira atrás, sino hacia delante", concluyó.
El jefe del Gobierno británico indicó además que no habrá "complacencia" ante la violencia callejera y que la policía tendrá toda la autoridad legal que precise para hacer frente a los alborotadores, a los que calificó de "delincuentes".
Cameron afirmó que muchos de los causantes son jóvenes "de hogares disfuncionales" y miembros de bandas callejeras, e insistió, como ha hecho en días pasados: "La responsabilidad es de los delincuentes".
"Os buscaremos, os encontraremos, os procesaremos y os castigaremos", indicó el "premier", que en los últimos días ha endurecido su lenguaje ante la gravedad de la violencia callejera que vive este país.
Los tribunales británicos, que llevan dos días operando durante la noche, se han mostrado efectivos en hacer justicia y se les dará todos los poderes necesarios para que puedan seguir haciéndolo, apuntó además el primer ministro.
En su turno de respuesta, el jefe de la oposición, el laborista Ed Miliband, insistió en dar a los responsables el "castigo que merecen y que el pueblo espera", aunque advirtió de que la clase política no debe olvidar su responsabilidad con los jóvenes.
"No podemos permitirnos perderlos", señaló Miliband, en un discurso conciliador con el Gobierno y en el que se preguntó por las razones de la violencia generada.
El líder de la oposición recomendó además la constitución de una comisión independiente que analice lo ocurrido, escuche a los afectados por estos "terribles" sucesos y busque soluciones para que no se vuelvan a repetir estas situaciones.


Por término medio la policía me da el alto tres veces al día sin motivo alguno, me pide los papeles, me hace un par de preguntas y me deja marchar tras comprobar que no soy ningún delincuente –se lamenta Patrick Radebe, el propietario negro de una imprenta de Peckham–. Y eso que voy bien vestido, con traje y corbata, no luzco collares de oro en el cuello ni pendientes de diamantes en las orejas como los mafiosos locales o los capos de la droga. ¡Imagínese lo que ocurre con los chavales que llevan un chándal, zapatillas de deporte caras y el rostro cubierto con una capucha".
Es así no sólo en Peckham, sino en todas las comunidades con un elevado porcentaje de negros y asiáticos de todo el país, especialmente después de los atentados de julio del 2005, cuando el pretexto del terrorismo puso la seguridad y el miedo por delante de la libertad y los derechos civiles, dando vía libre a que la policía hiciera lo que quisiese en aras de la prevención. Los blancos no son sospechosos y disfrutan de la presunción de inocencia. El resto, todo lo contrario.
Ello ha reavivado la hostilidad latente que los residentes de zonas deprimidas sienten hacia la policía desde los años ochenta, cuando barrios londinenses como Brixton. Peckham y Tottentham, –o Toxteth en Liverpool– registraron incidentes todavía más graves que los de ahora, también en un contexto de crisis económica. Entonces, el gobierno conservador de Margaret Thatcher intentó imponer un impuesto universal (la poll tax), al margen de los ingresos de cada uno, a fin de recaudar fondos para las arcas del Estado. Ahora, quienes dependen de las ayudas estatales ven disminuir sus subsidios de desempleo, incapacidad o familia numerosa para pagar los excesos e imprudencias de banqueros y constructores, en medio de los más draconianos recortes presupuestarios desde la Segunda Guerra Mundial.
"La cuestión es el reparto del pastel –dice Sylvia Major, una periodista de radio local–. Las clases trabajadoras de Peckham saben que nunca se van a hacer ricas a no ser que les toque la lotería, y se conformaban con sueldos de 1.500 o 2.000 euros que ahora les quieren recortar; los asilados políticos contaban con tener un piso, clases de inglés y una pequeña ayuda hasta poder volar; los parados crónicos sobrevivían con una vivienda subvencionada y la ayuda de incapacidad laboral; y los chavales tenían bastante con emborracharse los fines de semana, la camiseta de su equipo de fútbol, unas zapatillas Nike, una PlayStation y un ordenador para descargar música y películas. El problema es que ese equilibrio se ha evaporado".
Los pobres y las clases medias de Peckham, como de tantas otras zonas deprimidas del Reino Unido, se dan cuenta de que, sin haber hecho nada malo y con los pretextos del terrorismo y la crisis, los poderes fácticos han emprendido una campaña para restringir por un lado sus libertades y, por otro, un pedazo del pastel que ya era de por sí raquítico. "Estamos viviendo –señala el profesor de economía Eric McComarck– un tira y afloja para ver con cuánto es capaz de conformarse la gente, hasta qué punto acepta una reducción de su nivel de vida para que las élites puedan mantener el suyo. Con el sector de la construcción hundido, y realizadas ya la mayoría de privatizaciones, fusiones y adquisiciones posibles, la única manera de que los poderosos sigan ganando dinero como hasta ahora es reduciendo los salarios y beneficios de los trabajadores. La rebelión ha empezado".
De los casi veinte mil habitantes de Peckham, un 70% son negros (procedentes de África y el Caribe), un 20% blancos y un 10% asiáticos.
Los índices de delincuencia, paro, embarazos no deseados y familias monoparentales figuran entre los más altos del país. Hay casi una banda en cada esquina, grafitis por doquier y hogares en los que nadie ha trabajado durante tres generaciones. En el año 2000, un niño de diez años de origen nigeriano, Damilola Taylor, murió desangrado después de que chavales de su edad le clavaran un cuchillo en el muslo a la salida del colegio, en la escalera del bloque donde vivía. En el 2008, dos estudiantes franceses fueron asesinados a navajazos, y sus cuerpos quemados, cuando se negaron a dar sus tarjetas de crédito a los ladrones. Así se las gastan los matones locales.
Las cosas no siempre fueron así de deprimentes en Peckham, antiguo asentamiento romano, favorito del rey Enrique I y del duque de Gloucester, antaño una elegante y aristocrática zona residencial de las afueras de Londres, con edificios de Christopher Wren y posadas donde se instalaban los comerciantes que iban a las ferias de ganado de la capital. Un tranvía tirado por caballos –uno de los primeros del país– conectaba con la City y los astilleros del puerto. Hasta 1880 los almacenes Jones and Higgins fueron los más grandes y prestigiosos al sur del Támesis. Un proyecto de regeneración valorado en 300 millones de euros pretende devolver al barrio sus mejores días, pero todo sugiere que antes de mejorar las cosas irán a peor. A mucho peor...
"Todos nacemos con sueños, ¿no? ¿Por qué tanta gente los pierde?".
Hay policías, muchos policías que no registran a nadie, no paran a nadie, aunque el primer ministro amenaza con emplear algo que no se ha usado nunca en la isla de Gran Bretaña: ¡cañones de agua!
Madrugada en el barrio de Londres donde empezó todo. Poca cosa esta noche: un conato de incendio en un almacén de productos de belleza y la policía impidiendo el paso por algunas de las calles devastadas.


Dahu, el de los sueños perdidos, mira a la policía y despotrica del sistema hablando despacio, con elegancia.
–Los que tienen el poder viven en una burbuja. Como si vivieran en otro país. No escuchan –dice.
Tiene 33 años, es arquitecto, hijo de inglesa y jamaicano de clase baja, y educado por una familia progre blanca de clase media.
–Los que mandan hablan de la gente casi como si no fueran humanos –añade.
Siempre hay una guerra cerca. Esta madrugada, en Tottenham, si no es el monumento a los muertos en la Primera Guerra Mundial, es el que se toma un pollo solitario en la West Green Road: viene de Somalia y todo esto le parece un cachondeo.
Por la mañana, rumbo a Croydon, el barrio del segundo muerto de los disturbios, un anuncio en el vagón del tren hace tambalear el reportaje. Es la fotografía de un mosquito: este bicho mata a un niño africano cada 45 segundos, recuerda Christian Aid de la malaria. ¿Dónde está la noticia? ¿En Croydon o en África? ¿Dónde debería estar?
La prensa británica y extranjera describe el centro de Croydon como zona de guerra. Pero la guerra es otra cosa: rompe el mundo de otra manera. La perspectiva de la London Road no es de guerra, es de atentado: voluntarios con camiseta amarilla van recogiendo los cristales del asfalto con la mano, casi uno a uno, como si buscaran pistas para entender lo que despista al país.
¿Pura criminalidad o expresión de un descontento social?
–Puros delincuentes. Sólo roban –afirma un señor de avanzada edad mirando la perspectiva de cristales. Nació en Sri Lanka y prefiere no dar su nombre.
Más abajo, tras pasar por calles con pulcros jardincitos que no tienen enanitos de milagro, retiran los escombros de la gran casa y tienda de muebles Reeves, fundada en 1867.
¿Es un problema policial?
–Policial cien por cien, porque un padre que pegue a su hijo va hoy directo a la policía, y así crecen los críos, sin ninguna disciplina –afirma Daniel, de 36 años, de padre jamaicano, madre inglesa y piel jamaicana.
–Sin mano dura, esto volverá a ocurrir. Y han saqueado una tienda de armas aquí cerca, en Coulsdon-Chipstead Valley Road –añade mirando los 145 años de muebles quemados.
De regreso a la London Road, hay colas en McDonald's, colas en el cajero del Santander y un iluminado de una secta cristiana con nombre de ambientador –The Open Air Mission– va preguntando a la gente si tiene problemas de conciencia. La mezcla es total: veo la mirada azul de una convertida al islam tapada de negro y a un chico negro y una chica blanca metiéndose mano.
En Hackney, más de lo mismo. Un blanco pasea con dos niños negros en los brazos, más colas frente al cajero intacto del Santander y más tiendas reventadas.
¿Pura criminalidad o expresión de un descontento social?
–Criminalidad –responde un señor judío con su kipá que prefiere no dar su nombre.
–Es que aún no he tenido tiempo le leer la prensa –contesta una señora negra de mediana edad que tampoco lo quiere dar.
–Hay un poco de todo –afirma un chico blanco que sí da su nombre y edad: Miles, de 24 años.
Por la calle, el Evening Standard reproduce unas palabras del primer ministro: "Hay bolsas de nuestra sociedad que están francamente enfermas".
También aquí, un monumento a los muertos en el "supremo sacrifico" de la Primera Guerra Mundial y en el "supremo sacrificio" de la Segunda. La memoria es importante. El sacrificio, también. Por eso nadie se fija en el monumento.

viernes, 5 de agosto de 2011

NeuroAntropologia y Recuerdos de Caras asociadas a Nombres



Con la verdad por delante, a quién no le ha pasado eso de cruzarse con alguien que no vemos hace tiempo, pararnos a saludarlo y ..., ¡¡ me cachis en la mar !! ..., no recordar su nombre, y sobrevivir al encuentro utilizando mil y una vagedades que nos evitasen el tenerlo que nombrar (por su nombre).


Pues bien, estamos de suerte los de la tribu del "santo olvido" pues Neurocientíficos de la Universidad de Bristol, han descubierto el por qué de dichos olvidos y, han determinado el por qué reconocemos mejor las caras si tenemos pistas extras sobre dónde o cuándo conocimos a esa persona por primera vez (en el ejemplo anterior, estaríamos buscando, con nuestra chachara intrascendente, que nuestro amigo-desconocido nos ofreciese una mínima pista que nos llevase hasta su nombre). Descubrieron que, cuando necesitamos recordar algo en particular, una cara por ejemplo, en un lugar o en un momento concreto, tienen que trabajar juntas diversas regiones del cerebro y no de forma independiente.


Los científicos saben que son tres regiones cerebrales las que parecen tener papeles específicos en el proceso de la memoria: la corteza perirrinal, clave para la habilidad de reconocer si algo en concreto nos parece nuevo o nos resulta familiar; el hipocampo, importante para reconocer lugares y orientarse y la corteza prefrontal media, que se asocia con las funciones cerebrales más elevadas.
Sin embargo, los estudios más recientes son los primeros que sostienen que estas regiones cerebrales interactúan todas juntas, en lugar de considerar que se funcionan de forma individual. "Estamos muy emocionados por haber descubierto este importante circuito cerebral. Ahora estamos estudiando cómo la información de la memoria se procesa en ella, con la esperanza de que podamos entender así cómo funciona nuestro propio sistema de 'librería interna'", dice ... (ahora no me acuerdo de su nombre).


Estudiaron las bases neurales de la habilidad para reconocer diferentes tipos de estímulos bajo distintas condiciones, mostrando un interés específico por dos tipos de memoria de reconocimiento: la memoria de reconocimiento de los objetos ubicados en un lugar -recordar dónde hemos dejado las llaves- y la memoria de reconocimiento del orden temporal, es decir, cuándo las dejamos allí.


Ni la memoria para reconocer objetos en un lugar ni la de reconocimiento del orden temporal pudieron funcionar si la comunicación entre el hipocampo, la corteza perirrinal y la corteza prefrontal media estaba rota. En otras palabras, 'desconectar' las regiones evita que se pueda recordar dónde estaba algo y en qué orden. Descubrir que estas regiones deben actuar todas juntas tiene importantes implicaciones para entender los mecanismos de la memoria y tratar a las personas que sufren desórdenes como el Alzheimer.


En todo caso, no se bien si es mejor poder recordar o, al contrario, obstentar una sanisima abersión por el recuerdo y enorgullecerme de no recordarte ni lo más mínimo.


Esta por ver, si lo uno o lo otro, o las dos cosas (ahora no se si voy o vengo, ...o ya estaba aquí).

martes, 2 de agosto de 2011

NEUROANTROPOLOGIA y Web 2.0

Rentabilizar una pagina web, ya sea de un usuario particular o bien de una empresa, pasa por un objetivo que, casi siempre, analiza el recuento cuantitativo (por el volumen de visitas), y no hay que olvidar los aspectos cualitativos, como el tiempo medio que el usuario dedica al "site" o su grado de fidelidad.


“El volumen engaña”, seria una clara abvertencia para quienes piensen en una gestión productiva de las visitas recibidas, pues resultan especialmente importantes los lectores/visitantes que acceden a la web directamente y que conviene cuidar por encima de los que acceden a través de buscadores u otros medios.
Una intervención más centrada en el e-comerce, ha puesto de manifiesto la aun escasa confiafanza de las empresas en la figura del analista web, el cual vive desconectado de las tendencias socioeconomicas de base productiva e incidencia real en los balances económicos de fin de mes, es decir, lo que las empresas necesitan son compradores reales y estudios fiables sobre las tendencias del mercado de futuros.


Este nuevo profesional vendria a ser el Neuro-Psico-Antropólogo, al que le podríamos añadir un técnico especialista en soportes multimedia o un analista web.


Que menos que poder rentabilizar nuestros esfuerzos y ganar dinero con nuestra Web, nuestro Blog, facebook, o cualesquiera que sea el recurso utilizado para darnos a conocer y contactar con clientes potenciales.